Por fin llegó el momento de colar el líquido que habíamos preparado con Víctor para abonar las tomateras cuando dejara de llover.
Lo hicimos en el patio. Cuando bajábamos por las escaleras el olor ya era apestoso y creemos que esto fue lo que afectó al cerebro de nuestro compañero Blai que, cuando escribió el diario del huerto puso esto:
¡EL LÍQUIDO!
Ayer, el 27 del 11 de 1.952, partimos en una expedición para recoger un líquido tóxico que era muy bueno para la tierra pero nada bueno para los seres vivos. Así que cogimos un barco a Groenlandia.
Al cabo de unos días de viaje, llegamos a nuestro destino. Allí emprenderíamos un viaje a por el líquido venenoso.
En las mochilas llevábamos de todo: mascarillas, guantes, jeringuillas, lunas, etc.
CONTINUARÁ...
Pero no continuó porque la realidad era que ...
En el patio nos pusimos mascarillas del botiquín y unos guantes de plástico.
Colamos el líquido verde que olía fatal.
Lo diluímos 10 a 1 y Sol se mojó con el líquido apestoso y ya no quiso aguantar la botella.
Pusimos 10 litros de agua en un cubo.
Estábamos echándole el líquido, cuando me di cuenta de que el cubo estaba roto y se estaba escapando el agua.
Echamos el agua que quedaba en el rincón de las flores.
Sara encontró otro cubo e hicimos lo mismo.
Cuando ya estaba diluído, lo metimos en regaderas y fuimos a regar las tomateras. Teníamos que ir con mucho cuidado para no tocar las lechugas ni las hojas de las tomateras.
¡¡Aunque estábamos con mascarillas se olía igualmente el olor nauseabundo del líquido verde apestoso!!