En octubre maduraron los caquis de árbol del huerto y empezó la juerga de todos los años para inventarnos utensilios y métodos de recogida. Este año la idea más interesante por los resultados que obtuvimos fue este artilugio. Lo construímos con un aro de psicomotridad y un trozo grandote de tela mosquitera.
Lo poníamos debajo de las ramas y procurábamos que los caquis cayeran dentro para que no se despanzurraran. Luego uno lo sacaba y otro lo ponía en la caja.
También utilizamos la escalera.
Y otro grupo iba con una caja de cartón y un rastrillo. Cada uno se apañó como pudo.
Pero al final teníamos varias cajas llenas de caquis listas para ser comidas, vendidas o transformadas en mermelada.
Para hacer la mermelada, los pelamos, les añadimos zumo de limón y agar-agar, para espesar, lo batimos, rellenamos los botes y lo pusimos al baño María.
Todos nos inflamos a comer caquis y mermelada y, con lo que nos quedó, nos fuimos a vender al mercadillo donde siempre hay muy buen ambiente.
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